Reflexión.
Ni a favor ni en contra.

En mi corta experiencia como católica prácticamente me eh dado cuenta de que muchas cosas por las que pedimos plegarias, destinamos nuestros rezos y nos arrodillamos para unirnos en alabanza ya están cumplidas.
Analizando la misa como una ceremonia de celebración variante cada domingo pero redundante quizá al pasar de los años puedo afirmar que eh llegado a un conclusión, sumamente personal, sin fundamentos teóricos que la avalen pero quizá sí, con un corazón tranquilo de que la profecía está cumplida.
En primer lugar planteo la duda de la existencia de Dios.
Y con un análisis quizá un poco cruel puedo decir que el mismo Dios existe y hoy en día sacrifica a sus hijos, nosotros somos hijos de Dios, para abrir los ojos de estos seres pecadores que no ven más que su propio ombligo.
Y me vuelvo un par de meses atrás cuando encontraron al pequeño niño de corta edad de un país que no conoce la tranquilidad del hogar, durmiendo en la orilla del mar, su madre y sus hermanos se habían perdido en el océano y el padre el único sobreviviente de la tragedia fue invitado a alojarse en los países primermundistas. El padre respondió, que sólo quería vivir con su familia, sacrificio del único Dios, no importa que religión practiques y que nombre le pongas, lo alabamos y veneramos por cuestiones de fe y salvación en las que todos creemos, para estar seguros que el mal jamás gobernará nuestras vidas.
Pudo ver por última vez el rostro en paz de su niño sin alma que dormía en los brazos de los rescatistas, pudo llorar al mar buscando el consuelo en las miles de lágrimas de sal que allí se conforman esperando salieran a flote su mujer y su otro niño con vida, solo le pidió a Dios el mismo sacrificio.
Ahora en París miles de inocentes son atacados, o bien podemos tomarlo como un sacrificio divino de que estamos haciendo las cosas mal, de que el poder de la palabra, las mil lenguas de fuego que caerán en el mundo y nos harán entender el porqué de ciertas cosas, es la forma de cambiar esos hechos que enojan tanto al todo poderoso. No es vengativo, no es rencoroso, al igual que nosotros él es imperfecto. Recuerdo un dicho que alguien me soplo al oído una vez – Puede Dios, todo poderoso, crear una piedra tan pesada que ni el mismo pueda levantarla – hay una única respuesta, tan simple y sencilla que nos demuestra que el poder divino es simplemente lo humano.
Volviendo al tema de la religión Dios se encuentra dividido en tres partes, si seguimos las lecturas sagradas de la biblia. Pues yo creo que su santidad esta distribuido en todo el mundo y que ha dejado su legado divido en cargos más pequeños y en cargos más grandes pero ninguno menos importante que el otro.
Podemos decir que el máximo cargo en el cuál él se encarna es en nuestro querido Jorge Bergoglio, hoy Papa, gran vocero de la comunidad católica y guerrero de la paz, que sufre por nosotros, que se enfrenta al mundo por nosotros, que vive por nosotros, y estemos de acuerdo o no, porque quien soy yo para juzgar sus creencias, destina sus días a un mundo mejor. No busca el mal en el ojo ajeno, ve el bien de cada ser humano y lo recibe en sus brazos diciendo, no te pierdas; Dios, yo o quien sea, está ahí.
Y cuando hablo de ahí, podemos señalar con el dedo cual niño que descubre su cuerpo, el corazón, la mente, el alma. Pero realmente cuando hablo de ahí, me refiero a esos momentos efímeros donde nuestra voz se corta, las lágrimas si saber cómo empiezan a correr y nuestros pelos se erizan, no son todos los días, no sucede a cada segundo, pero qué es la fe, si no ese corazón que late sabiendo que mañana la guerra cesará y el mundo será un lugar mejor
Y cuando hablo de esto, no hago referencia a consecuencias humanas mundiales, si no a la guerra que uno mismo atraviesa día a día, y que en lugar de darse por vencido resiste, no cae, busca apoyo en un amigo, en la familia, en esos dioses que están en el mundo y han venido a salvarnos, han venido a morir por nosotros.
Cómo, quizá sea una gran pregunta, matan su tiempo, sacrifican sus quehaceres, se ponen en nuestra piel, viven la intensidad de nuestras emociones y aun así firmes, no se dejan caer ante los látigos que castigan su espalda. Porque cargan su propia cruz, la misma que cargo Jesús antes de ser crucificado y también se ponen al hombro nuestros pesares, nuestros sueños, nuestros anhelos, nuestras dudas y ese peso se vuelve insostenible pero aun así siguen caminando con valor y con fuerza paso a paso hasta llegar a destino.
Un poco de Jesús que al tercer día resucitó entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha del padre.
Cada día resucita un nuevo hijo de dios, porque cada día un hombre se hace devoto de la iglesia, elige ir por el mundo predicando la palabra de nuestra fe, vuelve el pan y el vino en cuerpo y sangre de cristo, no bendice y nos borra nuestros pecados.
Cada día muere un hijo de dios, pero cada día un nuevo hijo de dios se encomienda al mundo para hacer de nosotros instrumentos de paz.
No importa si vamos o no a misa, no importa si creemos fervientemente en las escrituras de la biblia, no importa si lo llevamos tatuado en la piel, en el alma, en el corazón, no importa si dudamos, lo importante es que aunque no lo veamos, nosotros somos un pedacito de ese mundo que alguien más poderos creó y que nos hizo hijo suyos para ayudarnos entre nosotros y hacer que hasta el más fuerte y hostil de los seres humanos jamás pierda la fe.
De eso se trata, de creer.

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